- 17 de septiembre de 2024
Norma Andrade se convirtió en un referente de lucha en México. 20 años han pasado desde que Lilia Alejandra, su hija, fue asesinada en Ciudad Juárez, Chihuahua; tiempo en el que la madre ha sido víctima de atentados y desplazamiento.
"Cuando encontré a mi hija yo le prometí que iba a tener justicia, pero creo que me voy a morir y no la voy a tener", cuenta Norma Andrade, quien a 20 años del asesinato de su hija Lilia Alejandra sólo ha tenido vagos indicios sobre los responsables del homicidio y ha sido víctimas de dos atentados.
"He luchado por justicia, he intentado, pero no he podido", es lo que le diría Norma a su hija, quien fue asesinada en Chihuahua en 2001.
El nombre de Lilia Alejandra forma parte de la historia de las mal llamadas "muertas de Juárez", "porque no murieron, las asesinaron", afirma Norma.
El caso de Lilia Alejandra es investigado como homicidio doloso, debido a que en el año en que se perpetró su asesinato aún no se tipificaba el delito de feminicidio.
Norma y su familia tuvieron que dejar Chihuahua luego de que atentaron contra su vida. Al refugiarse en la Ciudad de México tampoco encontró seguridad. Pese al miedo, sus pasos no se detienen.
20 años de impunidad
Lilia Alejandra tenía 17 años, trabajaba en la Planta Maquiladora Servicios Plásticos Ensambles y era madre soltera de Jade y Caleb, quienes en ese entonces sólo tenían un año y cinco meses de edad respectivamente.
Ese 14 de febrero de 2001 Alejandra se despidió de sus compañeras y emprendió el rumbo hacia un lote baldío por el que debía caminar para abordar el autobús. Fue el último día que se supo de ella.
Un vendedora de elotes, quien ubicaba a Alejandra como una de sus clientas, aseguró que la joven nunca llegó a la parada del camión.
"Se fue con el novio", le dijeron a su madre luego de que reportó su desaparición. Mientras tanto, Alejandra era torturada y violada por un grupo de hombres, quienes abandonaron su cuerpo sin vida una semana después.
La joven de 17 años tenía golpes en la nariz, en pómulos y ojos; lesiones en el cuello, marcas en las muñecas, traumatismo craneoencefálico. Fue violada anal y vaginalmente, y su cuerpo tenía rastros de semen de varios agresores.
Alejandra fue localizada sin vida entre dos de las avenidas más importantes de Ciudad Juárez, la Tecnológico y la Ejército Nacional.
De 2001 a 2010 no hubo una ruta clara para esclarecer el asesinato, pues en esos años existieron siete débiles líneas de investigación que involucraban a delincuentes locales, asesinos seriales que nada tenían que ver con el homicida de Alejandra, según detalló Norma en entrevista con Quinto Poder.
No fue sino hasta 2010 cuando su abogado, el mismo que una a una logró descartar estas líneas de investigación, pidió que se cotejaran las muestras localizadas en el cuerpo de Alejandra con una base de datos oficial.
Este cotejo arrojó una coincidencia en el haplotipo "Y" con el ADN del agente ministerial Enrique Castañeda Ogaz, quien fue asesinado el 19 de febrero de 2010 e ingresado a la base datos sólo unos meses antes de que la familia de Alejandra pidiera dicho cotejo.
Posteriormente se realizó una prueba que reveló que el semen encontrado en el cuerpo de Alejandra no correspondía al agente ministerial, pero sí a un familiar de él.
El hombre de quien se tenía la muestra habría sido el mismo homicida de Sonia Ivette Sánchez Ramírez (13 años, asesinada en 1996), Rosa Isela Tena Quintanilla (14 años, asesinada en 1995) y Coral Arrieta Medina (17 años, asesinada en 1995).
Con esta información Norma endureció sus exigencias. Había una coincidencia, se debía comparar, revisar, cotejar. Pero esto no ocurrió. Todo lo contrario, se maquinaba el primer atentado contra la madre de Lilia Alejandra.
Dos intentos de homicidio
El 2 de diciembre de 2011 Norma se encontraba con Jade, hija de Alejandra. Estaban por abordar una camioneta, la menor de edad de pie en un lado de la acera y Norma al otro extremo.
Entonces un hombre se acercó a Norma y le disparó en cinco ocasiones. Una de las balas pasó cerca de su corazón, lo que la llevó a un hospital y posteriormente la obligó a huir de su hogar junto a sus dos nietos.
"No me quería ir, tenía redes de apoyo. El pensar en volver a empezar desde cero era difícil", contó Norma, quien en Ciudad Juárez era profesora. Luego del asesinato de Lilia Alejandra tuvo que convertirse en defensora, por lo que fundó la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa.
El desplazamiento también supuso dejar de visitar la tumba de su esposo, quien murió tres años después de que asesinaran a Alejandra. Incluso él, en alguna ocasión, le contó que una "camioneta judicial" lo siguió cuando circulaba en su ruta habitual como conductor de un tráiler.
En ese momento él, Norma y Malú (otra hija del matrimonio), aseguraron que si uno de ellos moría, el otro continuaría con la lucha. Y desde entonces no se han detenido.
Norma y los hijos de Alejandra (Jade y Caleb) llegaron a la Ciudad de México luego del primer atentado.
La madre formalmente comenzó a trabajar en la organización Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social.
Fue así como ha podido solventar los gastos que corresponden a una renta, colegiaturas, alimentación, salud, entre otros. Esto sin ayuda de las autoridades, pues lo único que se le brindó fue un pequeño grupo de escoltas y un radio que diariamente la acompañan.
En marzo de 2012 Norma vivía al sur de la Ciudad de México, cuando un sujeto se acercó a ella y la atacó con un arma punzocortante que le provocó una herida en el cuello y rostro. Habían pasado sólo 60 días desde el primer atentado.
La madre de Lilia Alejandra detalla que por ambos ataques presentó las denuncias correspondientes ante las Fiscalías de Chihuahua y la CDMX; sin embargo, ambas "se fueron a archivo muerto", afirma la madre.
Estos obstáculos que una madre debe sortear luego del asesinato de una hija sólo revelan la realidad de un país que se ahoga en cifras de víctimas de feminicidio.
Pese a todo, son las madres a quienes se les va la vida en buscar justicia mientras uno a uno ven pasar a presidentes, gobernadores y alcaldes que únicamente se preocupan por competir en nombre de sus colores.
Así ha sido para Norma desde hace 20 años.
Fabricación de un culpable para silencilarla
Uno de los últimos indicios inconcretos que las autoridades le han dado llegó en 2018, se trata de Manuel, un hombre que está detenido por el feminicidio de su propia hija, Leticia García Leal.
Luego de pruebas de ADN en Leticia y su madre, se determinó que el semen de Manuel presuntamente coincidía con el encontrado en el cuerpo de Alejandra. Sin embargo, al acusado nunca se le realizó esta prueba para confirmar lo dicho por el agente del ministerio público Sergio Castro Guevara.
Por este dictamen, el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, aseguró que finalmente se había hecho justicia para Alejandra.
Un caso que ya está resuelto es el de Norma Andrade, está resuelto el asesino serial con prueba científica, pero encontramos la oposición de ella, dice que no es. Es un crimen seguir medrando con el dolor de las víctimas", expresó Corral en 2018.
Sin embargo, desde entonces hasta ahora, formalmente no hay ninguna orden de aprehensión o algún detenido por el asesinato de Alejandra.
Debido al supuesto análisis de ADN que demostraría que Manuel es el asesino de Alejandra, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) determinó que los peritos "han contribuido en forma significativamente negativa en la investigación del homicidio de Lilia Alejandra García Andrade".
Por lo que se pidió revisar las técnicas, métodos, análisis y conclusiones realizados. Actualmente el caso de Alejandra se encuentra detenido y la madre teme morir antes de poder ver justicia.
Madre y defensora
Vivir desplazada de su lugar de origen abrió en Norma otra grieta.
Además de defensora, se convirtió en la madre de sus nietos Jade y Caleb. Incluso asegura que su temor a ser asesinada es por sus nietos y el saber que Jade vive en un país feminicida.
Lo que más miedo me da es dejar a mis hijos. Tengo miedo de que Jade salga a trabajar, sé que en algún momento tendrá que hacerlo".
Los dos hijos de Alejandra no han tenido una vida sencilla, aunque el asesinato de su madre se perpetró cuando ambos eran muy pequeños, el desplazamiento y los atentados contra Norma han dejado secuelas en su salud mental.
Jade y Caleb actualmente cursan la educación superior. Ella estudia Diseño de Modas y él Educación Física.
Los dos han tenido que llevar terapia psicológica pues desarrollaron trastornos psicológicos que preocupan a Norma.
Por su parte, la madre no ha buscado apoyo psicológico, pero al borde del llanto asegura que en ocasiones el dolor la come por dentro.
"Tengo miedo, yo no tenía miedo, pero la gente que me conoce se da cuenta", cuenta Norma. Ella teme que algún momento alguien se pueda aprovechar de verla en la calle, por lo que ha optado por salir lo menos posible de su domicilio.
Su rutina diaria es abordar su camioneta y verificar que un automóvil no la siga, en alguna ocasión ocurrió, pero con ayuda de su escolta logró esquivarlos.
Norma se ha reunido con Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, con todos el mismo resultado: sin justicia.
Ella y su nieta Jade coinciden en que: las mujeres somos desechables, nos tiran y al gobierno no le importa.
Durante lo que va de este sexenio la activista afirma que las palabras de Andrés Manuel López Obrador se las ha llevado el viento, por eso lo exhortó a que demuestre con acciones que en verdad le importan las mujeres.
No hemos sido escuchadas por el presidente de la República y me gustaría que el señor Obrador reflexionara sobre lo que está sucediendo con nuestras hijas y las mujeres de este país. A mí no me sirve de nada un gabinete con paridad de género, si en realidad no hay una agenda feminista. Hay violencia en contra de las mujeres, siguen habiendo feminicidios, las llamadas al 911 son ciertas. Del río Bravo al río Suchiate ¡ni una asesinada más!"
#DesplazadasPorElFeminicidio
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