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La interminable batalla de los médicos contra el Covid-19

Las extenuantes jornadas de trabajo, el abrumador equipo de protección que deben llevar, el riesgo constante al que se enfrentan, y el cansancio físico, emocional y mental que acumulan, son parte de la batalla que desde hace más de cinco meses enfrenta el personal médico que atiende Covid en México.

Ellos luchan también contra la indiferencia de pacientes que intentan salvar e incluso de sus propios familiares, quienes dicen no creer en este virus, que ha cobrado ya la vida de más de 100 mil personas en este país.

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La interminable batalla de los médicos contra el Covid-19

Y han pasado del enojo y la impotencia a la desesperanza, al ver que, pese a las reiteradas advertencias y llamados de las autoridades de salud, hay ciudadanos que siguen con sus vidas sin tomar medida alguna para evitar contagiarse y contagiar a otros, mientras los casos y muertes siguen creciendo y esto parece no tener fin.

Muchos de ellos, tienen que lidiar además con esta situación por su cuenta, aislados del resto, y separados de sus propias familias para protegerlos. Estas son sólo algunas de sus historias.

Lejos de sus hijos

Desde marzo, la vida de Oziel Cantú, un médico cirujano y padre de familia del área metropolitana de Monterrey, cambió por completo.

El doctor de 38 años de edad trabaja toda la semana -de lunes a domingo- en la atención de pacientes contagiados en la Clínica 4 del IMSS y en el Metropolitano, dos hospitales Covid de Nuevo León, y está desde entonces separado de sus hijos.

Debido a que su esposa también es doctora del sector salud, desde mediados de marzo decidieron dejarlos con sus abuelos paternos, quienes se encargaron de su cuidado hasta finales de mayo.

Sin embargo, ante el complicado cambio en la dinámica familiar a raíz de la pandemia, que los llevó a separarse de sus hijos, y las obligaciones escolares, que requerían el acompañamiento de los menores en sus clases, exámenes y tareas en línea, su esposa decidió renunciar a su trabajo.

"Todo esto fue muy difícil, yo tengo tres hijos, entonces (mis papás) estaban con dos laptops y una tablet al mismo tiempo toda la mañana con las clases", contó. "Entonces a final de cuentas mi esposa renunció porque vimos que esto iba para largo. Ya se regresaron los niños a la casa con mi esposa y yo sigo aislado, porque yo sigo viendo pues los pacientes Covid, yo no he estado con los niños desde el 16 de marzo.

"Estaban ya estresados los niños por no estar con nosotros", dijo más adelante, "estábamos estresados nosotros por no estar con los niños, estaban estresados mis papás por todas estas cuestiones de tareas y de estar al pendiente y al corriente de todas las actividades, entonces pues tomamos esa decisión y hasta ahorita yo creo que sí fue lo mejor".

Desde hace cinco meses, Oziel no ha podido abrazar a sus hijos -de 11, 8 y 6 años de edad-, a quienes ve únicamente de lejos, y sólo en una ocasión ha podido convivir de cerca con ellos, luego de que un colega suyo se contagió y tuvo que hacerse una prueba que resultó negativa.

No he podido convivir con ellos más que de lejecitos, con sana distancia", dijo. "Si voy a cenar con ellos, ceno con ellos ahí en la banqueta, ponemos una mesa, yo estoy a un lado, ellos del otro, con cubrebocas y todo esto.

El día a día de estos héroes que atienden Covid-19 no es fácil. Es profesional y emocionalmente agotador enfrentarse a las complicaciones y el rápido deterioro de la salud de sus pacientes a causa de este virus, que va arrebatando también las vidas de sus colegas.

Desde un principio, Oziel estaba mentalizado e incluso se preparó físicamente para estar en mejor condición para cuando llegara a contagiarse. Hace un mes dio positivo y desde su aislamiento compartió su experiencia.

Yo creo que es algo que no podemos evitar (&) Si estás viendo Covid todos los días, era cuestión de tiempo.

"Y pues sí, sí se estresa uno", añadió, "porque pues gran parte de esos colegas que han estado, que han fallecido, pues han sido pacientes de nosotros, ya sea en la (Clínica) 4 o en Secretaría de Salud, y nosotros los vimos y los conocimos y platicamos con ellos, y pues desgraciadamente fallecieron".

Tan sólo en el caso de Nuevo León se han reportado ya alrededor de mil contagios entre personal médico y al menos 30 han perdido la vida.

Para Oziel, el punto de quiebre no será por la falta de capacidad hospitalaria, que en esta y otras entidades se ha ido ampliando conforme aumenta la incidencia, sino por la falta de personal, ante el déficit que enfrentan, aunado a los contagiados, personal con licencia y fallecidos.

El médico regiomontano, que se reincorporó a trabajar tras concluir su incapacidad, está consciente de que aún falta un largo camino por recorrer antes de que termine esta pandemia, que ya supera el medio millón de casos confirmados en México.

"Yo ya no aspiro a que la gente tome conciencia", dice resignado, "y pues igual la gente que no tiene conciencia y que no cree en el Covid, que dice que esto es un invento del Gobierno, igual van a recoger a su familiar muerto por Covid, crean o no crean, entonces si en el camino nunca creyeron pues es problema de ellos".

Y aunque continuará viviendo aislado de su familia mientras siga atendiendo pacientes con Covid-19, Oziel espera poder pasar un poco más de tiempo con sus hijos tras haberse recuperado.

 

Va del enojo a la desilusión

Para Mayra, una doctora que desde abril atiende en área Covid-19 de un hospital privado y otro del IMSS en Guadalajara, Jalisco, la experiencia le ha traído un contraste de emociones.

Por un lado, y pese a la complejidad, el riesgo y las dificultades a las que se enfrentan diariamente, le deja la satisfacción de trabajar en equipo con sus compañeros, dándolo todo por tratar de salvar a los pacientes contagiados.

Es voltear a vernos con la mirada y decirnos ´somos un muy buen equipo y vamos a hacer lo mejor. Y si quedamos al frente de la batalla, que sepas tú amigo que fue un gusto trabajar contigo´.

Es un juego de emociones, porque también es satisfactorio saber que estás haciendo lo que te gusta, porque te da gusto voltear a ver al paciente que mandaste a terapia intensiva regresar contigo a agradecerte o que el familiar te deja una nota de agradecimiento, o que tu jefe te diga que gracias a la intervención temprana que hiciste el paciente está con vida".

Sin embargo, también ha experimentado sentimientos de molestia e impotencia al ver la falta de cuidados de la gente que se expone al riesgo de contagio, y de desilusión y tristeza, conforme el número de casos y decesos ascienden día con día.

"Al inicio nos generó mucho enojo, ver a la gente tan insensible y sin cubrebocas, desde pacientes con síntomas y sus familiares, nos daba mucha impotencia, hasta médicos incluso",

"A estas alturas lo que nos genera es una desilusión tremenda, tristeza, el saber que la gente no logra entender la magnitud de sus hechos, que no tengan empatía para protegerse y cuidar a los demás", añadió. "Cuando escuchamos o sabemos que personas van a hacer reuniones sociales, la verdad te genera desilusión. Esta pandemia ha sacado a relucir lo peor como seres humanos y lo mejor en otros".

La doctora reconoce que aunque se han preparado mental y emocionalmente para lidiar con esta pandemia, no dejan de verse afectados por las muertes a causa del virus, sobre todo por las de pacientes que se cuidaban y fueron contagiados por familiares.

"Es muy triste, porque usamos todos los recursos a nuestro alcance y hacemos todo lo que podemos, y aún así a veces no podemos lograr salvarlos", compartió.

"Yo creo que todas las muertes finalmente como médicos nos pesan, sí nos pesan, pero éstas en particular, hay muertes que se nos hacen tan tristes", dijo más adelante. "El saber que ese paciente se cuidó lo más que pudo y fue por otras personas que se contagió, se nos hace lo más injusto".

Al igual que a muchos de sus colegas, el trabajar de cerca con el Covid-19 ha cambiado por completo la vida y la dinámica familiar de Mayra, pues su esposo también es médico que atiende a pacientes contagiados, y han recurrido a sus papás para el cuidado de sus hijos.

Nos hemos tenido que alejar por completo, hemos dejado de ver a nuestra familia, contó. "Ha sido muy pesado. Nosotros tenemos un protocolo para salir y para regresar (a casa), y cuando tenemos contacto directo con secreciones de un paciente nos genera duda, que sentimos que nos expusimos de más, nos aislamos de nuestros hijos durante 15 días y después hacemos la prueba. Nos hemos tenido que aislar hasta de nuestros propios hijos cuando nos sentimos sobreexpuestos

¿Vale la pena?

Laura Elena Gaytán se hacía cargo del cuidado de sus padres, dos adultos mayores, y de su hija de 9 años, quienes vivían con ella.

Sin embargo, ante el riesgo al que los exponía al atender Covid en el Hospital General de Zona No. 4 del IMSS, en Guadalupe, Nuevo León, desde abril se tomó unos días para organizar su traslado a casa de una hermana, en otra Ciudad, ya que su madre está postrada a una cama y requiere atención.

"Esta es una enfermedad que nos ha cambiado completamente la vida, yo creo que a todos los médicos", expresó. "Yo tengo mis padres, que son ambos personas de la tercera edad, mi madre tiene aproximadamente 76 años y mi papá 83, y ambos vivían conmigo, entonces tuvieron que mudarse a vivir con mi hermana. Tengo una niña de 9 años que también se fue a vivir con ellos, porque pues no los puedo poner en riesgo.

"Todo es complicado", dijo más adelante, "es complicado cambiar completamente tu vida en cuanto a tu núcleo familiar, de no poder verlos, o poder verlos pues de lejos o por videollamada, ir cuando es absolutamente necesario, para llevar medicamentos o cosas que la niña ocupaba para la escuela o así".

En lo laboral el panorama no es distinto, pues vive una situación de riesgo continuo, con el temor de contagiarse, y viendo cómo este virus ataca rápidamente a los pacientes.

Esta cirujana, que en un principio trató de concientizar a su familia, amigos y gente cercana sobre la realidad de este virus y el riesgo de contagio, ha pasado a la frustración al ver cómo, pese al sacrificio que hacen, hay gente que no cree en el Covid-19, no toman medidas y andan en fiestas, mientras los contagios y fallecidos se siguen multiplicando.

"Cuando ves todo lo que tu vida cambia, todo lo que tu pones en riesgo, todo lo que modificas tu vida y tu familia, y ver que la gente no entiende el riesgo en el que está, llega un momento en el que dices ´yo arriesgo todo, yo cambié todo mi núcleo familiar, no veo a mi hija, la tengo fuera de la Ciudad incluso, ¿qué tanto vale la pena el riesgo, verdad?´", compartió. "Pero pues por otro lado eres un médico y estás en la obligación y en el deber de cuidar la salud de los pacientes.

"Eso es lo que más nos frustra a nosotros como médicos también", dijo más adelante, "que tú te mantienes alejado de tu familia, cambias completamente tu vida por atender a los pacientes, por cumplir con tus responsabilidades y la gente no entiende"

Laura está consciente de que la pandemia podría extenderse al menos todo el año y que la mantendrá separada de su familia. Y aunque advierte del riesgo de que el sistema de salud colapse, por la saturación de hospitales, sólo espera que la gente logre dimensionar la gravedad de la situación y tome conciencia de ello.

"Es cansado, el ver cómo ha evolucionado la enfermedad y ver a la gente con niños, con personas adultas, en la calle, y que no dimensionen lo que está pasando y lo que va a pasar, pues a veces sí es un poquito, ¿cómo te diré?, como desesperante, como que entra uno en evaluar qué tanto vale la pena correr ese riesgo", señaló.

"Uno como médico pues da lo que puede y lo que tiene por atender la salud de las personas, pero ellos también deben de colaborar y poner de su parte&", añadió. Uno entiende la gente que tiene que salir para trabajar, para buscar la comida, para atenderse, pero pues también la gente que no tiene que andar en la calle la verdad es que debe de tomar conciencia".

 

 

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