- 05 de agosto de 2025
El delegado de la FGR en Tamaulipas fue asesinado en una emboscada a plena luz del día en Reynosa. Su muerte expone la fragilidad del Estado frente al crimen organizado.

El asesinato de Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna, delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en Tamaulipas, no solo estremeció al aparato federal de justicia. Fue un golpe directo, en plena calle, contra una figura clave del Estado mexicano en una de las regiones más conflictivas del país. Un crimen que, más allá de su brutalidad, dejó al descubierto el control que aún ejercen los grupos criminales sobre territorios enteros y la debilidad de las estructuras institucionales encargadas de combatirlos.
Vázquez Reyna fue ejecutado la tarde del lunes 4 de agosto en Reynosa, durante una de las jornadas más violentas de los últimos meses. El ataque, perpetrado a plena luz del día en una de las avenidas más transitadas de la ciudad, desató una serie de reacciones inmediatas: bloqueos, operativos, comunicados oficiales y una creciente ola de preguntas sin respuesta. ¿Por qué el delegado viajaba sin escoltas? ¿Por qué no utilizó su vehículo blindado? ¿Fue una represalia?

La emboscada: una cronología del asesinato
18:26 horas. La Vocería de Seguridad de Tamaulipas difundió el primer aviso. A través de redes sociales informó sobre un incidente en el Bulevar Miguel Hidalgo, en el fraccionamiento Las Quintas. Se habla de un vehículo incendiado y de detonaciones de arma de fuego. No se menciona a la víctima.
Minutos antes, entre las 18:15 y las 18:30, el delegado de la FGR circulaba en una camioneta Cadillac Escalade negra que, pese a su nivel de riesgo, no contaba con blindaje ni escoltas. Según versiones oficiales y medios locales, fue interceptado por un comando armado.
Primero arrojaron una granada de fragmentación que obligó al funcionario a descender. Después, desde una Ford Explorer blanca, los sicarios abrieron fuego sin bajar del vehículo. Vázquez Reyna recibió múltiples impactos de bala y su camioneta comenzó a incendiarse frente a los ojos atónitos de ciudadanos que grababan la escena con sus celulares.

19:30 horas. La Vocería de Seguridad confirma que el fallecido era un funcionario federal. Sin identificarlo. Solo señala que se ha establecido coordinación entre la FGR, el gobierno estatal, la fiscalía local y la federación para esclarecer el crimen.
20:30 horas. El gobernador Américo Villarreal emite un mensaje de condena. Expresa solidaridad con la familia del delegado y asegura que su gobierno trabajará con la FGR para garantizar justicia. Pero las dudas crecen.
En Reynosa, las fuerzas de seguridad cercaron la zona. La Policía Estatal, la Guardia Nacional y el Ejército instalan retenes, sobrevuelan helicópteros y se movilizan hacia sectores considerados de riesgo: Jarachina Norte y Sur, boulevard Mil Cumbres, Viaducto Reynosa. Peritos y agentes ministeriales trabajan en la escena. Los ciudadanos observaban con miedo, sin acercarse. Los videos circulan en redes sociales: fuego, ráfagas, gritos. Nadie parece entender cómo un funcionario federal puede morir así, sin protección, en plena vía pública.
22:00 horas. Una Ford Explorer blanca es localizada abandonada en la colonia Lomas del Real de Jarachina, a pocos metros del lugar del ataque. Se presume que es el vehículo utilizado por los sicarios. Hasta ahora, el hallazgo no ha sido confirmado de forma oficial y no hay detenidos ni mayores avances en la investigación.
El silencio de la FGR y la vulnerabilidad institucional
Hasta el momento, la Fiscalía General de la República no ha ofrecido una conferencia, ni ha explicado por qué su delegado no viajaba protegido. Tampoco ha precisado si había amenazas contra él. La opacidad institucional contrasta con la gravedad del hecho y ha generado molestia entre mandos medios del sistema de justicia federal.
Vázquez Reyna no era un funcionario menor. Tenía una larga carrera dentro del Ministerio Público Federal y encabezaba la delegación tamaulipeca desde diciembre de 2019, en uno de los periodos más complejos para el Estado. Conocía las redes de corrupción y los tentáculos del crimen organizado en la frontera.
Según fuentes cercanas a la fiscalía, el delegado solía moverse con discreción, pero no había motivos para prescindir de su camioneta blindada. Su asesinato abre una herida profunda: la de un Estado que no puede garantizar la seguridad ni de sus propios operadores de justicia.
Una ofensiva reciente, una posible represalia
El crimen ocurre apenas una semana después de dos golpes importantes al crimen organizado en Reynosa, coordinados por la FGR.
El pasado 27 de julio, la Fiscalía Especializada de Control Regional cateó una bodega en la colonia La Escondida, donde se aseguraron más de 1.8 millones de litros de hidrocarburo robado, maquinaria y equipo especializado. Fue una operación masiva, con participación de la Sedena, Guardia Nacional, Protección Civil y Pemex. El caso fue registrado bajo la carpeta de investigación FGR 499/25.
Ese mismo día, se llevó a cabo la destrucción de 23 vehículos "monstruo": camionetas blindadas artesanalmente con placas de acero, diseñadas para resistir ataques con armas de alto calibre. Estas unidades, incautadas en distintos operativos, fueron destruidas bajo el programa "Destino de Bienes y Objetos del Delito", en presencia de peritos y autoridades de control interno de la FGR.
Estas acciones fueron vistas como un duro golpe a las capacidades logísticas del crimen organizado en la región. Sin embargo, se desconoce si están directamente relacionadas con el asesinato de Vázquez Reyna. Lo cierto es que, en el lenguaje del narco, los mensajes se envían con fuego, no con comunicados.
Reynosa, tierra en disputa
Tamaulipas, y en particular Reynosa, ha sido históricamente un bastión del Cártel del Golfo, organización criminal que controla rutas estratégicas para el tráfico de drogas, migrantes, armas y combustible hacia Estados Unidos. En febrero pasado, esta agrupación fue designada como organización terrorista extranjera por el gobierno de Donald Trump, lo que elevó aún más la presión internacional sobre la región.
Diversas facciones del cártel, junto con células del Cártel del Noreste y otros grupos menores, mantienen una guerra abierta por el control territorial. La disputa ha provocado masacres, desapariciones, asesinatos de periodistas, migrantes y funcionarios. La ejecución del delegado ocurre en medio de esa guerra, como una muestra de poder y un recordatorio brutal de quién manda en la calle.

La muerte de Vázquez Reyna es también un golpe simbólico. El crimen no solo eliminó a un funcionario clave: evidenció que el Estado mexicano, incluso con todo su aparato armado, no puede garantizar la seguridad de quienes lo representan en los territorios donde el narco dicta las reglas.
Para más noticias, síguenos en Google News. Suscríbete aquí gratis a nuestro Newsletter para recibir la mejor información.
Notas Relacionadas
1