- 23 de junio de 2025
En 12 días, Irán e Israel se enfrentaron en un conflicto breve pero intenso que terminó con un alto al fuego anunciado por Donald Trump, aunque las tensiones en Medio Oriente siguen vigentes.

Durante 12 días, Irán e Israel protagonizaron uno de los enfrentamientos más breves pero significativos en la historia reciente de Medio Oriente. El conflicto, que se desató tras una serie de ataques selectivos de Israel contra instalaciones nucleares iraníes, culminó con un sorpresivo anuncio de alto al fuego, no por parte de los países involucrados, sino por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien jugó un papel central en el manejo de la crisis.
En medio de la confusión, la incertidumbre y el temor a una escalada mayor, el desenlace dejó más interrogantes que certezas. ¿Se trató realmente del fin del conflicto? ¿O tan solo de una pausa táctica, negociada desde Washington?

Día uno: el inicio de la guerra
El 13 de junio de 2025, Israel lanzó la Operación León Creciente, un ataque masivo contra instalaciones nucleares en Irán. La ofensiva incluyó objetivos estratégicos como Natanz, Khondab y Khorramabad, y derivó en la muerte de altos mandos iraníes, incluidos el comandante Hossein Salami y el jefe del Estado Mayor Mohammad Bagheri.
La respuesta iraní no tardó. Ese mismo día, la Operación Promesa Verdadera III entró en acción: más de 150 misiles y 100 drones impactaron sobre territorio israelí, principalmente Tel Aviv y Jerusalén. La guerra estaba declarada.

Escalada regional y respaldo de aliados
Durante los siguientes días, la violencia se intensificó. Irán recibió apoyo de sus aliados regionales: Hezbolá, Hamás y los hutíes se sumaron al fuego cruzado. A pesar del sofisticado sistema de defensa israelí, el Domo de Hierro fue rebasado en varias ocasiones.
Israel, por su parte, llevó su ofensiva más allá de los cielos. Agentes del Mossad ejecutaron sabotajes dentro del territorio iraní, mientras el ejército bombardeaba sin cesar laboratorios y bases militares.
Las cifras de muertos y heridos crecieron. Israel confirmó 24 civiles fallecidos y más de mil 300 heridos, además de miles de desplazados. Irán, como es costumbre, no divulgó cifras oficiales, pero las consecuencias económicas se dejaron sentir: el petróleo subió y el tráfico aéreo y marítimo colapsó parcialmente en la región.

Estados Unidos entra al conflicto
El 22 de junio, Estados Unidos rompió su papel de mediador y lanzó la Operación Martillo de Medianoche, bombardeando instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Natanz e Isfahán. Irán respondió con un ataque a la base estadounidense de Al Udeid en Qatar, hogar de más de 8 mil efectivos.
Pero lo más revelador fue que Irán avisó antes del ataque, permitiendo la evacuación de la base. No hubo bajas. Para Trump, eso fue suficiente para calificar la respuesta como "muy débil" y agradecer públicamente a Teherán por su "madurez".
La paz, anunciada desde Washington
El 24 de junio, sin que hubiera confirmación oficial ni acuerdo bilateral, Donald Trump declaró el alto al fuego "total y completo" entre Irán e Israel. Lo hizo desde su red Truth Social, felicitando tanto a Tel Aviv como a Teherán por su "resistencia, coraje e inteligencia".
Sin embargo, la realidad sobre el terreno no coincidía del todo con el discurso estadounidense. A las pocas horas de su anuncio, Irán aún lanzaba misiles, uno de los cuales impactó un edificio en Beersheba, dejando al menos cuatro muertos.
El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, desmintió en un primer momento que existiera acuerdo alguno. No obstante, horas más tarde, la televisión estatal iraní reconoció el cese de hostilidades a las 7:30 a.m. hora local. Aunque se hablaba de paz, la desconfianza reinaba.

¿Un alto al fuego real o una pausa forzada?
Irán ha mantenido una postura ambigua. Aunque admitió el cese de operaciones militares, dejó claro que no existe un acuerdo oficial con Israel. "Las operaciones militares de nuestras poderosas Fuerzas Armadas continuaron hasta el último minuto", aseguró Araghchi. "Israel inició esta guerra, no nosotros".
Teherán insiste en que esta pausa fue impuesta por la presión internacional y no negociada como parte de un acuerdo justo. Desde su narrativa, el conflicto se detuvo sin que las causas de fondo fueran atendidas.

En apenas 12 días, Irán sufrió graves daños en su infraestructura nuclear, perdió parte de su cúpula militar y terminó aceptando un cese de hostilidades que no reconoció públicamente sino hasta después. Israel logró frenar temporalmente el programa nuclear iraní, pero pagó un alto costo en vidas civiles y tensión interna.
Mientras tanto, Estados Unidos, bajo el liderazgo de Donald Trump, se adjudicó una victoria diplomática en pleno año electoral. La Guerra de los 12 Días terminó sin acuerdos claros y con las mismas tensiones de fondo intactas. Lo que se detuvo fue el fuego, no el conflicto.
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