- 01 de octubre de 2024
Gisèle Pelicot, de 72 años, busca justicia contra su exmarido y los agresores que abusaron de ella durante una década.
A los 72 años, Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo de resistencia en Francia, enfrentándose cara a cara con los 51 hombres que la violaron durante años mientras estaba inconsciente, drogada por su propio esposo. En medio de un juicio que ha estremecido a todo el país y al mundo, Gisèle ha decidido hacer pública su lucha para que sus agresores, que alguna vez actuaron en las sombras, sientan un poco de vergüenza.
El caso de Gisèle ha captado la atención mundial, no solo por la brutalidad de los hechos, sino por la valentía con la que esta mujer de 72 años ha decidido enfrentar a los responsables. Entre julio de 2011 y octubre de 2020, Gisèle fue drogada repetidamente por su esposo, Dominique Pelicot, quien permitía que otros hombres la violaran mientras ella permanecía inconsciente.
Después de años de silencio, el juicio en el que se juzga a su exmarido y a 51 de los más de 80 agresores ha comenzado, y Gisèle exige justicia y reconocimiento, lo mínimo que pide es que cada uno de esos hombre sientan un poco de la vergüenza que ella ha cargado durante años desde que se entero por lo que había pasado.
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Un largo camino hacia la verdad
Gisèle, quien ha sufrido la pérdida de memoria debido a los somníferos administrados por su esposo, no fue consciente del horror que vivía hasta que la policía francesa intervino en 2020. Las autoridades descubrieron una carpeta en el ordenador de Dominique, titulada "Abusos", en la que detallaba meticulosamente cada violación y los hombres involucrados.
Cada agresor tenía un apodo y detalles específicos, como "Chris el bombero" o "David el comerciante". Era un sistema completamente perverso y fríamente organizado, una red de abusos facilitada por un hombre que ella creía era el protector de su familia y de su vida.
Durante una década, Gisèle fue abusada hasta cinco veces por semana, acumulando más de 285 agresiones al año. Los abusos, además de ser documentados en fotografías y videos, fueron publicitados por su esposo en internet, ofreciendo su cuerpo a extraños que pagaban por violarla mientras ella no podía defenderse. La historia no solo destapó la monstruosidad de Dominique, sino también la complicidad de los hombres que permitían estos actos.
Un juicio para exponer a los culpables
El juicio que se desarrolla actualmente en Aviñón, al sureste de Francia, ha revelado detalles crudos. Entre los acusados, que tienen edades comprendidas entre los 26 y los 74 años, se encuentran bomberos, comerciantes, jubilados y hasta un periodista. "Gente común", como lo describen los vecinos, que en la intimidad de la casa de Gisèle perpetraron abusos sexuales repetidos.
Stéphane Babonneau, el abogado de Gisèle, declaró al inicio del juicio: "Ella quiere que todo el mundo conozca sus rostros, para que la vergüenza cambie de bando". Y es que, durante el proceso, varios de los acusados han intentado ocultar sus rostros, conscientes de la indignación que han generado sus actos. Sin embargo, para Gisèle, el juicio es una oportunidad para que estos hombres, que nunca se sintieron avergonzados al abusar de ella, enfrenten la vergüenza pública.
Un esposo convertido en verdugo
Dominique Pelicot, quien hoy enfrenta la justicia junto a los agresores, manipulaba a su esposa para que creyera que sus desmayos eran producto del agotamiento. Según relató Carolina Darian, hija de Gisèle, en una intervención durante el juicio, su padre le decía a su madre que "simplemente había perdido el conocimiento por estar demasiado cansada". Carolina, incapaz de soportar los detalles de la violencia que su madre vivió, abandonó la sala del tribunal en varias ocasiones.
No solo ofrecía a su esposa inconsciente a extraños, sino que guardaba registro de cada abuso, organizando los videos y fotografías de las violaciones en su ordenador. Además, los investigadores encontraron que Dominique tenía una carpeta titulada "Mi hija desnuda", lo que llevó a Carolina a salir del tribunal temblando y llorando, en un estado de shock absoluto.
Consecuencias físicas y emocionales
Gisèle no solo sufrió el trauma emocional de los abusos, sino que también contrajo cuatro enfermedades de transmisión sexual como resultado de las violaciones. A lo largo de los años, su cuerpo fue utilizado por desconocidos sin su consentimiento, y ahora enfrenta las secuelas físicas y mentales de esos años de violencia.
"Esos hombres usaron mi cuerpo mientras yo estaba inconsciente. Ahora tienen que enfrentar la realidad de lo que hicieron", afirmó al comienzo del juicio. Para ella, el proceso judicial no solo busca justicia, sino también servir como símbolo de resistencia ante una sociedad que, durante años, ha silenciado a las víctimas de violencia sexual.
Este caso ha generado una profunda indignación en Francia. Activistas feministas y organizaciones de derechos humanos se han manifestado frente al tribunal de Aviñón, exigiendo reformas en la legislación que redefinan el concepto de violación en el país. Según la ley francesa, la violación solo se considera como tal si hay "penetración con violencia, coerción, amenaza o sorpresa".
Las manifestantes piden que se incluya explícitamente el uso de drogas como un factor que invalide el consentimiento. Las protestas han puesto sobre la mesa la necesidad de un cambio estructural en cómo se aborda la violencia sexual en Francia. Gisèle ha encontrado apoyo en muchas personas que ven en su caso una oportunidad para revisar las leyes y proteger mejor a las víctimas de agresión sexual.
Una red de complicidad y abuso
Los detalles del caso de Gisèle han desvelado una red de complicidad entre los agresores. Muchos de los hombres que participaron en las violaciones eran conocidos entre sí y sabían de la existencia de otros perpetradores. La impunidad con la que actuaron ha generado preguntas sobre el papel de las autoridades locales y los mecanismos de protección hacia las víctimas de violencia sexual.
La investigación continúa, y hasta la fecha se ha logrado identificar a más de 50 hombres, aunque se estima que al menos otros 30 siguen sin ser localizados. Gisèle ha dejado claro que no descansará hasta que todos los responsables enfrenten la justicia.
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