Durante el confinamiento por la pandemia, una mujer con discapacidad en Australia contrató a un hombre para tener relaciones sexuales por primera vez y así ponerle fin a su virginidad y a las ansiedades que había desarrollado en torno al amor y la intimidad. Fue así como conoció a Chayse, el hombre que hizo realidad su anhelo.
La idea fue sugerida por la trabajadora social de Melanie mientras convivían durante el confinamiento. Un día, Tracey le dio un masaje a Melanie, siendo la primera vez que alguien la tocaba de una manera no médica. A los 43 años, Melanie se dio cuenta de que anhelaba más experiencias de este tipo y decidió explorar sus deseos. Melanie encontró una agencia de servicios de compañía en línea y el perfil de Chayse llamó su atención. Llena de emoción, concertó una cita y se dirigió a su apartamento para la tan esperada primera sesión.
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Al bajarse de su silla de ruedas y quedarse a solas con Chayse, Melanie confiesa que no tenía idea de qué esperar. Su vida ha estado marcada por una condición médica conocida como mielitis transversa, que le ha paralizado las piernas y limitado el movimiento de sus brazos desde los 3 años. Sin embargo, la emoción superó cualquier temor.
Salir con alguien y abrirse a los demás puede resultar intimidante, especialmente cuando el mundo no siempre reconoce a las personas discapacitadas como seres sexuales. Según una encuesta del gobierno del Reino Unido publicada en 2021, solo el 56% de la población general se sentiría cómoda en una relación íntima con una persona discapacitada. Melanie, por su parte, siempre había estado insegura de cómo abordar la situación y dejó que sucediera de forma casual.
Antes de su encuentro con Chayse, Melanie se aseguró de discutir todas las posibles dificultades a través de videollamadas y correos electrónicos. Preguntas como si el apartamento de Chayse era accesible para sillas de ruedas o con qué frecuencia se averiaba el ascensor en su casa fueron parte de las conversaciones. Las respuestas de Chayse fueron lo suficientemente satisfactorias para que Melanie acordara una sesión en su departamento. Lejos de sentir temor, adelantó la cita debido a la cortesía y la atención que Chayse demostraba.
Desde el punto de vista legal, el acuerdo entre Melanie y Chayse es legítimo. En Australia, el trabajo sexual en la calle y la gestión de burdeles son ilegales, pero las agencias de servicios de acompañamiento son legales. Cuando Melanie llegó al lugar de Chayse, la magnitud de la situación se hizo evidente. "Sabía que tenía un conocimiento sexual limitado y me sentí completamente abrumada por la experiencia de experto que tenía frente a mí", relató Melanie.
Sin embargo, a medida que la cita avanzaba, Melanie tuvo una revelación. Ambos se dieron cuenta de la ignorancia e inocencia del otro y terminaron riendo juntos. Dos horas después, se habían convertido en buenos amigos. Chayse, quien ha trabajado en la industria durante seis años, destaca que las expectativas sexuales son el mayor desafío al tratar con nuevos clientes. La gente a menudo pone demasiado énfasis en lograr el orgasmo, cuando en realidad es necesario explorar y descubrir qué funciona para cada persona en términos de intimidad.
Para Melanie, contratar a Chayse fue una manera de asegurarse de que su cuerpo y mente respondieran adecuadamente en un entorno íntimo, sin restricciones o inseguridades. Su experiencia demostró que podía experimentar placer y disfrutar sin límites. Esta historia desafía los estigmas y tabúes en torno a la sexualidad y la discapacidad, mostrando que todos merecen explorar su vida íntima y encontrar la felicidad en sus propios términos. Melanie y Chayse demostraron que el respeto, la comunicación y la apertura pueden conducir a experiencias gratificantes y a la creación de conexiones genuinas. Síguenos en Google News.