- 13 de septiembre de 2024
Los padres son el sostén emocional de los niños. Si queremos niños que no hagan berrinches, que no peguen, ni abusen de sus privilegios, hay que aprender a regular nuestras propias emociones

Existen días que pueden ser ocasiones especiales para los niños: tal vez haya dulces, regalos, premios, cariños en abundancia y celebraciones. Pero ¿qué pasa después?, cuando volvemos al "¡Niñooo, deja ya la pelota!", como diría el clásico. Te presentamos medidas disciplinarias más eficientes y otras que han mostrado no ser tan útiles en la crianza.
Pasar un año con los niños en casa al cerrarse las escuelas puede ser un verdadero reto para muchos padres. Además, por el distanciamiento social perdimos apoyos, sea de asistentes domésticos o de la propia familia que tal vez nos ayudaba algunas tardes en labores de crianza.
Es normal que nos sintamos estresados, pero a 'gritos y sombrerazos' no es como lograremos darles la mejor educación.
"Tú puedes decirle a un niño: "¡¿Quiéres dejar de gritar?! ¡Cállate!'. Pero si cuando se lo dices, tú estás gritando y estás alterado, el mensaje es contradictorio y a los niños les resulta muy confuso", explica Beatriz Berenguer, coordinadora del Centro de Salud Mental Infantojuvenil de El Prat de Llobregat, en Barcelona.

Aunque en la pandemia los adultos podemos estar más irritables y lidiando con preocupaciones económicas o con pérdidas de algún ser querido, sabemos que los golpes no funcionan como medida disciplinaria y que pueden resultar contraproducentes.
"Entre abril y julio [de 2020], más del 35 por ciento de las personas en hogares con niñas y niños presentó síntomas severos de ansiedad", según datos de la Unicef.
Un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en abril, asoció el hecho de recibir nalgadas con consecuencias cerebrales similares a las de tipos de violencia más severos.
"Hay evidencia creciente de que dar nalgadas está asociado con respuestas cognitivas y conductuales detrimentales y con cambios en el procesamiento neuronal de los estímulos emocionales amenazantes en niños", concluyeron los autores del estudio, realizado en 147 niños de 10 y 11 años que habían sido castigados con nalgadas.
Establecer límites sin estar todo el tiempo gritando, regañando, castigando y sobre todo, sin caer en conductas agresivas es un reto.
"Seis de cada 10 personas de entre 1 y 14 años han experimentado alguna medida de disciplina violenta en sus hogares, situación que, como se ha mencionado, ahora se agrava por el confinamiento", según datos de la Unicef y del Instituto Nacional de Salud Pública.
Lidiar con berrinches y conductas desafiantes es como estar en un simulacro de emergencia en un avión: primero tienes que ponerte tú la mascarilla de oxígeno para poder respirar y luego se la podrás poner a tu hijo.

Es decir, que la primera tarea es aprender a gestionar nuestras propias emociones, ya que difícilmente podremos ayudar a un niño a superar un berrinche si nosotros mismos perdemos la calma.
¿Cómo detectamos que hemos perdido la calma?
- Cuando grito, lloro, hago gestos amenazantes con las manos
- Cuando insulto u ofendo, cuando golpeo o zarandeo
- Cuando incurro en actitudes hirientes o humillantes como gestos de desprecio, puedo darme cuenta de que he perdido la calma.
Cómo poner límites eficaces, útiles y claros
"Me encantaría que sacaran un estudio de cómo afecta a los padres que l@s niñ@s te pateen, te arañen, te avienten la comida, cómo hacer para parar o soportar los berrinches", dice una mamá desesperada que prefiere que no se publique su nombre.
La forma efectiva de corregir malos comportamientos es estableciendo límites y consecuencias claras para estos.
"Se puede ser muy contundente, muy fuerte, poniendo límites desde la calma y desde la tranquilidad", asegura Berenguer, del centro gestionado por Fundación Orienta, una entidad especializada en salud mental de niños y adolescentes.
Los niños también llevan mucho tiempo "encerrados" en casa. Los más afortunados tienen clases en línea, pero otros simplemente han perdido la oportunidad de continuar este ciclo escolar.

Antes de la pandemia, socializaban en su escuela y con la familia más extendida, pero ahora, ante la falta de otros estímulos e interacciones, pueden depender más de la atención parental e incurrir en conductas retadoras, hacer berrinches o en general tener peor comportamiento.
La psicóloga clínica especializada en infancia explica que hay que tener consistencia y coherencia con las normas. "Nunca amenaces con algo que sabes que no vas a cumplir. Es un principio muy básico".
- Por ejemplo, es más efectivo prohibir el uso de videojuegos durante todo el día de hoy, que amenazar con "castigado el XBox toda la semana" y luego, a mitad de semana, ceder ante la insistencia del niño.
El adulto enseña educación emocional al niño
Berenguer explica que a veces puede ser difícil mantener la calma ante los impulsos de los niños. La especialista describe que cuando un niño entra en un berrinche, grita, es explosivo y su enojo sube muy rápido "lo más difícil es ver esto desde fuera y no contagiarte del nerviosismo, de la agresividad del niño en ese momento".
"El que no puede entrar en una rabieta es el adulto (...) Tú (adulto) eres quien con tu cuerpo, con tu tono de voz, con tu expresión corporal, postural y luego lo verbal, eres el sostén de la emoción del niño. Tú sostienes la emoción del niño y tú le enseñas lo que es la contención emocional", advierte.
¿Qué hacer, entonces, para enseñarle la contención emocional? Primero, como establecimos, conservar tu propia calma. Puedes decirle al niño: "Veo que te estás poniendo nervioso. Veo que estás enfadado. Siento que estés así, pero así no podemos hablar, porque la mente no puede pensar en ese estado".

Puedes darle un espacio para que se recupere y también hablar calmadamente de tus propias emociones, para que él pueda aprender a expresarlas y reconocerlas.Puedes decirle al niño:
- "Necesito que respires y que nos separemos. Yo también estoy enfadada. Cuando tú te pones así, quiero ayudarte, pero así no puedo. Vamos a parar y cuando sea el momento, volvemos a hablar de lo que ha pasado".
Las medidas que no funcionan
"Si yo quiero que un niño no pegue y no acabe siendo dominante a través de la violencia en el colegio, es importante que yo no me comporte así con él", explica Berenguer.
"[Pegar] al final es expresar una frustración de "ya no me quedan más herramientas". Es lo más primario que conozco, que es imponer mi fuerza, porque soy más grande que tú", destaca la psicóloga.
"Si lo único que consigo es imponer mi autoridad con una bofetada, con un golpe en la mesa, o amenazándolo o levantando la mano, el niño al final entiende que la autoridad se transmite a través del miedo", dice Berenguer.
Además, pegar no funciona para educar.
"Nuestros hallazgos sugieren que dar nalgadas no es una técnica efectiva y que de hecho empeora el comportamiento de los niños, en lugar de mejorarlo", dijo la psicóloga Elizabeth T. Gershoff, de la Universidad de Austin, Texas, sobre un estudio en el que participaron más de 12 mil niños y que se publicó en 2017 en la revista científica Psychological Science.
El estudio hizo un seguimiento durante tres años de los niños y se demostró que aquellos a los que se les había dado nalgadas, a los 5 años de edad, mostraron mayores problemas de conducta (como peleas, berrinches, actos impulsivos y disrupciones de las actividades escolares) a los 6 y a los 8 años de edad, en comparación con los niños que no habían sido golpeados a los 5 años.

También es parte de la educación emocional de los niños el reflexionar sobre nuestra propia educación.
"Hay que ser conscientes de qué tipo de educación han recibido (los padres); cómo creen que les afectado; qué crees que tiene que ver con la persona que eres ahora y cómo ha afectado cómo tú gestionas tus propias emociones. Si eres una persona evitativa que rehuyes a los problemas, o si eres una persona asertiva que defiendes tu punto de vista o si eres capaz de mediar en los conflictos y tomar una buena decisión en un momento difícil", dice Berenguer.
Finalmente, al educar a los hijos estamos, también, reeducándonos a nosotros mismos.
Puedes consultar estos consejos y más herramientas de la Unicef para una crianza positiva en tiempos de Covid.