- 02 de julio de 2025
En un video difundido tras su muerte, José Luis Franco expone su desesperación económica y su temor a quedarse sin nada tras ser despedido.

Lo que comenzó como una exigencia laboral terminó en una crisis de rehenes con un saldo fatal. El pasado 1 de julio, José Luis Franco Juárez, exinstructor de crossfit de 42 años, irrumpió armado en un gimnasio ubicado dentro del Centro Pastoral de Atención a la Juventud de la Iglesia de San Jorge, en la colonia San Juan de Aragón, alcaldía Gustavo A. Madero.
Su objetivo: reclamar 600 mil pesos por un despido que consideraba injustificado. Su plan, sin embargo, terminó en tragedia.
Horas después de que la policía capitalina confirmara su muerte, comenzó a circular un video inédito grabado por él mismo cuando fue despedido del gimnasio.. En él se le escucha decir con voz quebrada: "A mí me vas a dejar sin nada, es más, voy a tener que dejar mi departamento si tú me quitas esto porque ahorita no tengo ahorrado más que 3,000 pesos".

Exigencia violenta por indemnización
José Luis, originario de Veracruz, ingresó al gimnasio con un arma de fuego y tomó como rehén a César Miguel "N", uno de los actuales instructores. La tensión escaló rápido. Clientes y trabajadores alertaron a las autoridades y en minutos se desplegó un operativo de la Unidad Metropolitana de Operaciones Especiales (UMOE). Un negociador intentó calmar al exmilitar durante más de una hora.
Pero el intento de diálogo fracasó.
De acuerdo con el informe oficial, en un momento de quiebre emocional, José Luis disparó contra el negociador hiriéndolo en el cuello. Acto seguido, los agentes repelieron la agresión y lo abatieron en el lugar.
A pesar de la violencia, el rehén fue rescatado sin lesiones físicas. Fue atendido psicológicamente por personal especializado. El elemento de UMOE que recibió el disparo fue trasladado de urgencia y actualmente se reporta fuera de peligro.

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El video que reveló el trasfondo emocional
La grabación casera difundida en redes revela mucho más que una queja por despido. En ella, José Luis deja ver su situación económica, sus amenazas con pedir apoyo "militar" y su deterioro emocional. También sugiere que había tenido problemas internos previos con la institución en la que trabajaba:
"Estoy seguro que esto viene desde un problema más añejo de aquí de la institución", se le escucha decir.
"Hay quién me puede ayudar, pero no pido favores hasta el último instante, soy militar, tengo familia militar pero no pido ayuda de ellos, hasta el último instante... no por eso voy a salirme de aquí e irme a llorar, porque esto me ha costado y me ha costado un chin*o", añade.
José Luis esperó más de dos años antes de tomar la decisión de volver a ese gimnasio. Nadie imaginaba que regresaría con un arma, decidido a enfrentar lo que él veía como una injusticia. El saldo de su acto fue irreversible: un muerto, un policía herido, un rehén con trauma emocional y un video que expone una verdad incómoda sobre los límites de la desesperación laboral.
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